Versión escrita: Había una vez un pequeño ratón llamado Max, que vivía en un agujero en un campo de trigo.
Max soñaba con tener una vida feliz y llena de aventuras, pero siempre se sentía triste y aburrido en su agujero.
Un día, se armó de valor y decidió salir de su agujero e ir en busca de la felicidad.
Max empezó su viaje con emoción y optimismo, pero pronto se encontró con muchos obstáculos y peligros.
Tuvo que sortear trampas, esquivar gatos y enfrentarse a sus miedos. A medida que avanzaba, se sintió cada vez más cansado y desanimado.
Pero en su corazón, Max sabía que debía seguir adelante. Y así, siguió adelante, un paso tras otro, hasta que finalmente llegó a un hermoso castillo.
Max abrió la puerta del castillo con una mezcla de miedo y emoción. Había oído hablar de la belleza y el tesoro que se encontraban dentro,
pero también había oído historias sobre los peligros y las trampas.
Sin embargo, Max estaba decidido a encontrar la felicidad, por lo que avanzó hacia el interior.
Mientras exploraba el castillo, Max se encontró con muchas pruebas y desafíos, pero también encontró momentos de alegría y maravillas.
Max se encontró a sí mismo reflexionando sobre su vida y sobre lo que realmente significaba la felicidad.
Finalmente, después de muchas pruebas y preocupaciones, Max llegó al corazón del castillo.
Allí, descubrió que la felicidad no estaba en el castillo, sino dentro de él mismo. Max se dio cuenta de que había estado buscando la felicidad en el lugar equivocado todo el tiempo.
La felicidad no es algo que se pueda encontrar fuera de uno mismo, sino algo que se encuentra dentro, algo que se crea a partir de las acciones y decisiones que uno toma cada día.
Max regresó a su agujero, más sabio y feliz que nunca antes.
Y aunque no vivía en un castillo, estaba agradecido por las aventuras que había vivido y por haber encontrado la verdadera fuente de la felicidad.
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