Versión escrita:
En lo profundo del bosque, vivía un elefante llamado Jumbo. Era un animal muy fuerte y poderoso, pero también muy orgulloso y vanidoso.
Jumbo se jactaba de su tamaño y fuerza ante todos los demás animales, y se burlaba de ellos por ser más pequeños y débiles.
Un día, mientras caminaba por el bosque, el elefante se encontró con una pequeña hormiga que intentaba construir su hogar con gran esfuerzo.
El elefante, burlón, le dijo con voz engreída:
— ¿Qué haces ahí, insignificante hormiga? ¿Cómo alguien tan pequeño como tú puede construir una casa? Eres tan diminuta y débil, deberías dejar eso a alguien más fuerte como yo.
La hormiga, muy humilde, le respondió con voz tranquila:
— No importa lo pequeño que sea, todos tenemos nuestras habilidades y fortalezas. Yo puedo construir mi casa con paciencia y perseverancia.
El elefante, desafiado por la hormiga, decidió demostrarle lo fuerte que era. Levantó un tronco muy pesado con su trompa y lo transportó a la otra orilla del río.
Pero al intentar regresar, perdió el equilibrio y cayó al río con un gran estruendo.
La hormiga, observando al elefante desde la orilla, le dijo con voz compasiva:
— Ves, cada uno de nosotros tiene algo que ofrecer. Tú eres fuerte, pero yo soy ágil y puedo moverme con rapidez. Juntos podemos lograr grandes cosas.
El elefante, impresionado por la sabiduría de la hormiga, comprendió que no importaba cuán fuerte o grande fuera, siempre había algo que aprender de los demás y que la humildad era una virtud muy valiosa.
Desde ese día, el elefante cambió su actitud hacia los demás animales del bosque. Comenzó a valorar sus habilidades y a ser menos arrogante.
Y es que el respeto y la humildad nos permiten reconocer y valorar las habilidades y fortalezas de los demás. Siempre hay algo que aprender de cada persona o animal.
No importa cuán fuerte o poderoso seas, siempre es importante ser amable, respetuoso y valorar la diversidad y las habilidades de los demás.
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