Audiocuento – El despertar del volcán

Versión escrita:

En una isla lejana, acunada por las olas del mar y cubierta por densa vegetación, se alzaba majestuoso el Volcán Estrella. Este coloso de fuego y roca era testigo silencioso de los secretos que yacían bajo la superficie de la tierra.

Un día, mientras el sol brillaba en lo alto y las aves danzaban en el cielo, el Volcán Rugiente sintió un revuelo en su interior. Las rocas incandescentes y el magma fluían bajo su superficie, anunciando su despertar.

— En las profundidades de la tierra, el magma se formaba cuando las rocas fundidas se acumulaban en el manto terrestre, alcanzando temperaturas increíblemente altas —explicó una voz sabia—. A medida que esta masa de magma caliente buscaba una salida, se abrían grietas en la corteza terrestre, dando origen a los volcanes.

El Volcán Rugiente, con su corazón de fuego, comenzó a rugir con fuerza. Las rocas se agrietaban y la tierra temblaba con su poder. Pronto, una columna de humo y ceniza se elevó hacia el cielo, anunciando su furiosa erupción.

Los habitantes de la isla miraban con asombro y temor mientras el Volcán Rugiente mostraba su poder. Pero entre ellos, los volcanes más ancianos, quienes habían experimentado muchas erupciones a lo largo de los años, observaban con calma.

Uno de los volcanes ancianos, sabio y experimentado, se acercó al Volcán Rugiente y le explicó cómo las diferentes erupciones volcánicas podían moldear el paisaje a su alrededor. Le habló de las erupciones explosivas, que lanzaban rocas, cenizas y lava a grandes distancias, creando conos volcánicos escarpados y valles de ceniza. También le explicó sobre las erupciones efusivas, donde la lava fluía suavemente, formando extensos campos de lava y ríos de roca fundida.

Con cada palabra del anciano volcán, el Volcán Rugiente comprendía mejor su propio poder y su lugar en el mundo. A medida que la erupción llegaba a su fin, prometió usar su fuerza con sabiduría y respeto por la tierra que lo rodeaba.

Desde entonces, el Volcán Rugiente se convirtió en un guardián de la isla, recordándoles a todos la importancia de entender y respetar los fenómenos naturales que dan forma a nuestro mundo. Y cada vez que entraba en erupción, moldeaba el paisaje a su alrededor, recordándoles a todos la fuerza y la belleza de la naturaleza.

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